El expresidente del Gobierno, Felipe González, considera que puede y debe haber
investidura en Julio-Agosto para que España pueda tener un Ejecutivo cuanto antes que sea capaz
de tomar decisiones y menciona, entre los temas a decidir: la cuestión territorial; la dignificación del
trabajo; el sistema de pensiones; el modelo educativo; la regeneración
democrática; la política europea, incluída las respuestas al Brexit; a
los errores del austericidio o los refugiados.
¿De verdad piensa el señor González que en el PP son capaces de abrir mínimamente su mente en la cuestión territorial?, ¿que pueden dar marcha atrás en la reforma laboral que implantaron? -el señor Guindos opina que, en todo caso debería complementarse, ¡que miedo me dan los complementos!- ¿que van a dejar de saquear el Fondo de Reserva de la Seguridad Social antes de vaciarlo completamente?, ¿que darán marcha atrás en su Ley Wert (LOMCE)?, ¿que están en disposición de afrontar una auténtica regeneración democrática en un partido absolutamente piramidal y carcomido por la corrupción estructural en todos sus niveles?, ¿que están en disposición de poder enfrentarse a las políticas austericidas dictadas desde Europa o que tienen alguna voluntad de poner en práctica medidas más efectivas ante la crisis de los refugiados?; ¿sería el PSOE el que aportaría sus propias soluciones -o apariencia de tales- en todos éstos temas y el PP aceptaría desdecirse de sus políticas en ellos durante los últimos cuatro años?, ¿cual sería la forma en que se gestionase esa versión actualizada de la Gran Coalición -abstención responsable, parece que se llama ahora- síntesis depurada del sistema de la Transción?, ¿quizá formar un partido único como es habitual en las dictaduras, el que, de antiguo, ya muchos denominan como PPSOE? (más explícito es el lema PSOE y PP, la misma mierda es).
El señor González -y no es el único- se ha convertido en una patética secuela de sí mismo, de la Transición, del bipartidismo instaurado en esa época y aún del sistema político vigente durante la Restauración, del binomio formado por liberales y conservadores. Que no sé si lo más prudente sería, como en el caso de Esperanza Aguirre, ignorar sus megalómanas tontunas y sus chochos desvaríos (por no hablar de sus intereses personales).
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