jueves, 7 de julio de 2016

Depresión posparto

Se diría que las elecciones son para candidatos y dirigentes políticos como un parto para las mujeres: tras muchos gritos -elevando casi una octava el tono en los mítines- de decir una y otra vez las mismas obviedades -y, a veces, incoherencias- finalmente el parto llega y los candidatos, ya hayan ganado o perdido -que eso es siempre relativo, como la guapura del recién nacido- sufren una serie de lógicas molestias físicas y, a menudo, caen en una depresión posparto.
Rajoy, con todo y no ser madre primeriza  ha dejado pasar ya diez días sin que hay comunicado realmente a nadie -y a los españoles menos- como le come su niño y si gana peso conforme a lo previsto, aunque hay quien deduce que a un escaño más por semana va a tardar en hacérsele mayor, con lo urgente que parece ser que haya un gobierno. Algo semejante debe ocurrirle a Pedro Sánchez, al que descubrieron de casualidad en Mojácar tomándose unas cañas -que dicen que la cerveza hace buena leche- una semana después del día de las elecciones y desde entonces casi a pasado otra en perfecto mutismo ante los medios: va a ser que el niño estaba demasiado escaso de peso y aún está en la incubadora, normal que esté algo deprimido y hermético; sobre todo teniendo que soportar la mirada desaprobadora de la tita Susana. Y qué decir de Albert Rivera, que es el que tuvo el niño más cabezón pese a ser bastante canijo y aún se resiente de la episiotomía y debe sentarse sobre un flotador: normal también que tenga una ligera depresión y que se le ponga ese rictus algo artificial cuando sonríe: le tiran los puntos perineales, sobre todo si alguien le habla del niño de Rajoy. El que mejor parece llevarlo es Pablo Iglesias, al que lo que más le preocupa es que su niño se le haga mayor y llegue el momento en que descubra que los Reyes Magos son los padres, o que los padres no son superhéroes, y cosas así: preocupación que, por otra parte, denota una maternidad responsable y previsora; aún así también se le nota algo triste y ensimismado.
Al parecer, además de bruscos cambios hormonales la depresión posparto se debe a la toma de conciencia repentina del cambio de vida (falta de tiempo, falta de sueño, falta de experiencia....) que supone tener un hijo. En fin, ya se sabe: lo normal es que los hijos den alguna alegría de cuando en cuando y bastantes preocupaciones a diario. Los hijos políticos también.

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