lunes, 25 de julio de 2016

Blitzkrieg y guerra de trincheras

Existe la posibilidad de que Podemos, en su supuesto paso a la política de trincheras -abandonando la guerra relámpago o blitzkrieg- acabe adaptando el tradicional papel de Pepito Grillo de la política nacional que hasta ahora asumía IU; quiero decir que puede acabar siendo la fuerza política que señale todo aquello que ha de hacerse desde una perspectiva de izquierdas real, pero sin ser capaz de llevarlo a cabo ante los esfuerzos de bloqueo coordinados de los representantes del bipartidismo, que en ésto, por lo que ha podido verse hasta ahora, adoptan los también tradicionales papeles -en cuya representación gozan de larga experiencia- de policía bueno y policía malo ante los acusados de algún delito: las dos caras de una misma moneda.
Aunque hablar de paso de guerra relámpago a guerra de trincheras en el proceso  político que supone la formación de Podemos tampoco es ser muy exacto en el símil -en la historia militar el proceso fué exactamente el inverso- más bien se debería hablar del paso de una agrupación guerrillera a la formación de un ejército regular. 
En todo caso, si quisiéramos ser exactos, habría que recordar que la blitzkrieg siempre procura acciones decisivas en el denominado punto focal -schwerpunkt- o de máximo esfuerzo, exactamente el punto en el que romper el continuo de la línea enemiga; la actualización alemana del clásico principio táctico que ya aplicaron Alejandro, Aníbal o Napoleón, consistente en lograr superioridad local en el punto decisivo. Y recordando también que antes de ello  la estrategia militar se ha de ocupar de acumular -con la anticipación necesaria- fuerzas propias  en ese punto decisivo y que después de la ruptura, la ventaja proviene de luchar en la retaguardia del enemigo para desde allí conseguir derrotarlo, atacándolo simultáneamente desde varios frentes. Heinz Guderian, un general alemán de la segunda guerra mundial devoto de la blitzkrieg y experto en su aplicación escribió que el éxito debe ser explotado sin respiro y con cada pizca de fuerza disponible, incluso de noche. El enemigo derrotado no debe estar tranquilo. Y lo resumía así: Nicht kleckern, klotzen! (¡Sin hacer cosquillas, golpeando!). Por contra, la guerra de trincheras es la negación de la voluntad de vencer y además, una máquina de triturar hombres y recursos en estériles intentos de romper líneas defensivas estructuradas en profundidad. O sea, cuidado a la hora de emplear símiles o ejemplos; es conveniente siempre saber -algo- de lo que se habla.

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