Después de seis meses entre las elecciones del 20-D y las del 26-J y de quince días tras éstas últimas, sin que nos quitemos de encima la sensación de que estamos asistiendo diariamente al día de la marmota, parece que las fuerzas políticas con representación parlamentaria han llegado a una solución de desbloqueo que permita evitar unas terceras elecciones, una catástrofe -vamos peorando- , según Susana Díaz. La solución consiste en facilitar la investidura de Rajoy al frente de un gobierno del PP en minoría repartiendo la abstención entre varios partidos de forma que ello sea posible; ...sí, yo también he tenido que leerlo varias veces para asegurarme que lo había entendido bien.
Parece que el que más a afinado la idea ha sido el primer
secretario del PSC, Miquel Iceta: En política lo que hay que respetar
son las etapas del proceso. La primera es que Rajoy ha de intentarlo y,
si no lo consigue, corresponderá al PSOE hablar con el resto de fuerzas y
hacer una propuesta, de investidura o de otro tipo, que podrían ser,
por ejemplo, acordar la abstención de diversos grupos, pactar una
agenda legislativa o volver a hablar con Rajoy.
Consideraba hasta ahora a Iceta como uno de los dirigentes políticos más sensatos -que tampoco es mucho mérito, considerando el nivel medio- pero a la vista de éstas declaraciones me tengo que plantear, o bien elevar el nivel de exigencia, o bien, prudentemente esperar a que el señor Iceta acabe de concretar sus propuestas, comprobar si éstas han de ser consideradas de forma individual -como alternativas distintas, sucesivas y/o excluyentes- o en un paquete conjunto; quiero decir, si la primera etapa sería un vergonzante acuerdo repartiendo las abstenciones entre grupos políticos -en función de su peso supongo, pero siempre por el bien de España- y más tarde se pactaría un conjunto de medidas legislativas para finalmente esperar del presidente del PP que acepte el resultado, o bien habría que abordar el paquete completo desde el principio; o sea, que no entiendo bien como se estructurarían las etapas del proceso -no sé si kafkiano o simplemente chapucero- aunque lo que sí parece claro es que, al final, habría que hablar, de nuevo, con Rajoy, que, a esas alturas supongo que estaría agotado y con la vista cansada de leerse hasta la letra pequeña del Marca, esperando el fin del proceso. Y metiendo prisa, que ya se sabe que quiere un gobierno a la mayor celeridad.
En todo caso lo que sí me gustaría trasladar al señor Iceta es la idea -quizá un poco ingenua- de que en política, antes que las etapas de cualquier proceso, lo primero que hay que respetar es al votante; ¿o cree el señor Iceta que cuando cualquier español votaba una de las opciones políticas tenía en mente que algunos de los representantes parlamentarios así elegidos deberían ausentarse de ciertas votaciones con el fin de evitar la manifestación de su incapacidad conjunta para resolver la situación política derivada de las elecciones?.
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