sábado, 2 de julio de 2016

Encuestas

Las empresas demoscópicas justifican la poca exactitud de los sondeos previos a las pasadas elecciones generales con el argumento de que el cuerpo electoral es un ser vivo. Tal cual. Imagino que, a poco científicas que se creyeran, ya supondrían que si no el cuerpo electoral, al menos los electores estaban vivos y que no se trataba de la vivisección de una rana; hay varias disciplinas que tratan con seres vivos -y humanos para mayor dificultad, la medicina, por ejemplo- y ello no impide un grado aceptable de acierto en sus diagnósticos. Nos explican esas mismas empresas que el objetivo de las encuestas no es acertar o predecir el resultado final de las elecciones, sino analizar o determinar el clima político, que también son ganas de enredar pretendiento justificarse, con lo polémico que es eso del clima, cuyo cambio, algunos -con o sin primos científicos en la Universidad de Sevilla- se han empeñado en negar.
La Asociación Nacional de Empresas de Investigación de Mercados y Opinión Pública (Aneimo), en representación de sus empresas asociadas, ha defendido la honestidad y rigurosidad de los sondeos preelectorales y ha anunciado que impulsará un encuentro con otras asociaciones y empresas demoscópicas con el fin de definir de forma precisa una guía que regule la publicación de sondeos electorales (a poco que se empeñen en encontrarse, acaban inventando, de nuevo, el CIS). Según información proporcionada por esa asociación, las empresas asociadas a Aneimo actúan siguiendo el Código Internacional ICC/ESOMAR para la práctica de la Investigación Social y de Mercado y sus notas o guías de aplicación. Además nuestros asociados también cumplen con lo recogido en el Código Internacional de prácticas para la publicación de resultados de sondeos de opinión pública, todo lo cual no creo que sea contraproducente a fin de determinar si va a hacer frío o va a llover, políticamente hablando, pero supongo que todos creemos que los sondeos podrían ser algo más precisos, o sea, que nos dieran a conocer, de antemano, cuando va a hacer frío o va a llover y, a ser posible, cuanto. Porque si, -según precisa ahora Aneimo- los sondeos difundidos entre el 15 y el 20 de junio tuvieron una base muestral media de unas 1.500 entrevistas en toda España, suficientes para poder elaborar con rigor estadístico estimaciones de voto a nivel global en términos de porcentaje, pero insuficientes desde un punto de vista metodológico para poder efectuar con garantías técnicas proyecciones de escaños, eso es algo que he conocido sólo ahora. Sinceramente, y sin que yo sea proclive a soluciones especialmente drásticas, creo que sería más efectiva -a fin de lograr mejorar la fiabilidad de las encuestas preelectorales- poner de nuevo en vigor algo similar a una práctica médica de la antigua China, por la cual, si un paciente moría, el médico responsable del tratamiento de ese paciente debía acompañarle a la otra vida (y no creo que le sirviera de descargo al médico argumentar que el paciente había sido un ser vivo); quizá para continuar allí con el tratamiento y/o corregir los posibles errores en el diagnóstico.

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