domingo, 10 de julio de 2016

De casi todo hace treinta años, o más

Por eso, y desde la sencilla perspectiva de un socialista que trata, equivocado o no, pues todo puede ser, de mantener con otros muchos una corriente socialista y, por ende, de izquierdas en un partido ya inequívocamente socialdemócrata y demasiadas veces populista, por su organización, por la acción que desarrolla y por la filosofía que está reconstruyendo, se hace preciso, con paciencia y con firmeza, sin provocar y menos aún caer en las indudables provocaciones que han de producirse, hacer acopio de entereza y, sin tirar la esponja ni hacer concesiones, mantener enhiesta una bandera, alternativa o posición que deje claramente señalado dónde está cada uno.

Hubiéramos celebrado poder corregir en franco diálogo nuestras apreciaciones sobre la desorganización del partido y su policentrismo burocrático, y hasta caciquil y corrompido en algunas zonas. Y, sobre todo, nos hubiera gustado discutir un verdadero programa socioeconómico, con qué fuerzas podría y debería hacerse, y comparar nuestras posiciones con el esbozado proyecto de algunos técnicos del PSOE, del que UCD es capaz de asumir más de su 90%. Y hacer esta discusión pública no obligadamente para afiliados y congresistas, sino para toda la sociedad española en su conjunto, abandonando esa práctica nada afortunada de decir separadamente al capitalismo financiero, a la gran empresa, a la pequeña y mediana empresa, al campesinado y a ciertas potencias extranjeras lo que alguien cree que quieren oír en cada momento, y que resulta, lógicamente, contradictorio según y a quién se dirijan estos discursos electoreros.

Algunos vamos a hacerlo de todas formas, sin prisa ni pausa, en el ejercicio del inalienable derecho de expresión, en todas cuantas publicaciones nos sigan acogiendo, para volver a constatar que suelen ser más receptivas para ello las que no están al servicio del aparato del PSOE, y vamos a propiciar esas discusiones abiertas de toda la izquierda, sin restricción alguna, con el inequívoco compromiso de aunar frente al sectarismo, de abrir las puertas que otros cierran, de reunir frente a los que fraccionan y separan, de recuperar para el socialismo tradicional de Pablo Iglesias y para su acción al día de hoy a todos cuantos tienen algo que decir y que hacer, y que están mudos por desilusión o proscritos porque a algunos no les gusta oír más palabras que las de halago, más ruido que el de los aplausos y más nombre que el suyo, como carismáticos redentores de una pobre e inculta comunidad que nunca valora sus sacrificios y que, por no saber ni poder hacer política, ha de dársele hecha.

Socializar la política es hoy el más atrayente proyecto frente a la privatización que los profesionales del puesto público de los muy diferentes y coincidentes aparatos quieren ir consagrando y llamándolo sarcásticamente una democracia representativa.

Del artículo de Pablo Castellano sobre el PSOE,  Socializar la política, publicado en El País el 4 de Octubre de 1981, un año antes de que el PSOE llegara al gobierno de España. (Recomiendo su lectura completa).

Pablo Castellano realizó campaña activa por el NO en el referéndum celebrado en España el 12 de Marzo de 1986 para el ingreso pleno de nuestro país en la OTAN (en contra de lo solicitado por el PSOE, partido en el que entonces militaba);  en sus palabras: no fue tanto porque no entendiera que había que estar en la OTAN si se quería estar en la Unión Europea. Además nunca he sido un antiamericano feroz. Ahora, el engaño a la gente me producía… indignación. Aquello le costó una reprobación del partido; su expulsión del PSOE se produciría cuatro años después cuando el semanario El Independiente publica una grabación off the record de Raúl del Pozo, en la que el entonces también vocal del Poder Judicial, describía la corrupción en el interior del PSOE.

Pues sí, hace de todo ello treinta años, o más. Que si veinte años no  es nada como dice Gardel en el tango Volver, treinta tampoco parecen gran cosa: ya puede éste país ver como pasan los siglos repitiendo nuestro particular día de la marmota, a base de corrupción y desprecio por el sufrido pueblo llano. Más doloroso si proviene de quien asegura representarlo.

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