Así pues, al señor Rivera, lider de Ciudadanos, le conmueve el hambre de los venezolanos hasta llegar a las lágrimas. El presidente del gobierno en funciones, por su parte, ha considerado necesario convocar el Consejo de Seguridad Nacional en la búsqueda de una solución para los 200.000 españoles residentes en Venezuela.
Ambos tienen mucho más cerca el objetivo de sus lágrimas o de sus desvelos en la búsqueda de soluciones: según el INE, hay más de 800.000 familias (casi dos
millones y medio de personas) que no tienen ningún ingreso; casi la mitad de las personas paradas en España está en riesgo de pobreza y, en total, 13 millones de españoles están en grave peligro de pobreza y exclusión social; hay más de tres millones de personas que no pueden comer carne o
pescado al menos cada dos días y no pueden poner la calefacción, ni tienen
dinero suficiente para comprarse una lavadora, una televisión o un móvil. Si tuvieran -de antiguo- un vehículo, naturalmente tampoco podrían pagar el combustible necesario para moverlo. Todas éstas personas de cuyas penosas circunstancias nos informa el INE también tienen nacionalidad española.
Que si lo que si desearan Rajoy y Rivera fuera promover su campaña electoral desde un punto de vista internacional, no tendrían más que desplazarse unos cientos de kilómetros desde nuestras costas mediterráneas para comprobar a diario el naufragio y muerte de cientos de fugitivos del hambre y la guerra en el mar: idóneos para el llanto o para la convocatoria y organización de inútiles e ineficaces comités de salvación. Y para hacerse la foto correspondiente.