Siempre
que oigo que las manifestaciones de alguien -generalmente perteneciente a la
esfera política; no les entra la lengua en paladar- son desafortunadas, lo primero que pienso es que la
diosa Fortuna no dá abasto con tanto lenguaraz, y lo segundo es que tanto
el manifestante como quien las ha oído saben que lo desafortunado
seguramente fué decirlo, no pensarlo.
Carmen González Fernández, que en su día ya tuvo que pedir disculpas por las desafortunadas declaraciones sobre los niños gitanos que querían ir con su papa en la fregoneta, y defendió el derecho a la ignorancia de jóvenes inmigrantes y gitanos, ahora vuelve al gobierno de la Comunidad de Madrid como viceconsejera (número dos de Educación, el mismo cargo que ocupó en gobiernos de Esperanza Aguirre) de Educación no Universitaria, Juventud y Deportes.
Carmen González Fernández, que en su día ya tuvo que pedir disculpas por las desafortunadas declaraciones sobre los niños gitanos que querían ir con su papa en la fregoneta, y defendió el derecho a la ignorancia de jóvenes inmigrantes y gitanos, ahora vuelve al gobierno de la Comunidad de Madrid como viceconsejera (número dos de Educación, el mismo cargo que ocupó en gobiernos de Esperanza Aguirre) de Educación no Universitaria, Juventud y Deportes.
Pues sí,
todos tenemos derechos, a la mayoría de nosostros el primero que nos
reconocen -y sin tener que pedirlo- es el derecho a ser gobernados por
incapaces. En todo caso, a ver si ésta vez la viceconsejera es algo más
afortunada y puede callar lo que supongo que seguirá pensando: los gitanos para cantar flamenco.
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