viernes, 14 de agosto de 2015

Alipori

I.

La larga comparecencia en el Congreso de los Diputados -más de cuatro horas- del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz,  intentando explicar su reunión con el ex vicepresidente del gobierno, Rodrigo Rato, actualmente imputado en diversas causas judiciales, no ha cumplido -pese a su extensión- ni las cortas espectativas ya fijadas de antemano por el señor presidente del gobierno, y se ha ganado, sin embargo, una extensa gama de calificativos, entre bochornosa y patética.
Patética la explicación consistente en que se trató de una reunión personal en la que el señor Rato le comunicó la preocupación por su propia seguridad a raíz de comentarios amenazantes en Twitter. Según eso, ¿Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M, amenazada reiteradamente de muerte en las redes sociales, debería ser recibida -personal y directamente-  por el ministro de Interior para que se tomasen las oportunas medidas?
Patética, igualmente, la continua apelación a la prudencia por parte de un ministro que poco puede presumir de esa virtud ante sus reiteradas muestras en contrario que, en ocasiones, han tenido como consecuencia frustrar operaciones policiales en curso por su prisa en colgarse la medalla antes de que finalizaran, con las previsibles consecuencias.
Bochornosa la valoración del señor ministro del Interior a alguna pregunta parlamentaria, tachándola de ofensiva. Según ésto ¿cree el señor Fernández Díaz que sólo debe responder las preguntas que él considere aceptables?, ¿aún no se ha enterado a lo largo de todos los años que lleva en política que es obligación de los miembros del gobierno responder a todas las preguntas que los representantes de la oposición estimen oportuno hacerle como responsable público, con independencia de que esas preguntas le resulten, o no,  cómodas y simpáticas?
La democracia no es un sistema perfecto, pero hay democracias menos perfectas que otras, y estoy seguro que la de éste país no es de las otras: lo esperable con ministros de éste nivel. Y viceversa.

II.

La vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, Andrea Levy, ha manifestado que por parte del PP damos por zanjada la polémica, dada la actitud de transparencia del ministro en todo momento. También, que el ministro del Interior pudo pecar de ingenuidad, pero que actuó de buena fé siendo un tema que afectaba a la seguridad de un ex vicepresidente del Gobierno. En su opinión, la comparecencia del viernes fué muy exhaustiva.
Muy exahustiva ¿que nos ha dejado muy exahustos -o sea, super exahustos- tras el tiempo empleado en escuchar a alguien que repetía patéticamente excusas increíbles?; buena fé, ¿solo para con ex vicepresidentes? que además, la verdad es que éste no parece muy preocupado por su seguridad, dado el tren de vida que manifiesta. Y sobre todo, ¿no resulta enternecedor oír de una joven de 31 años recién cumplidos que una persona de 65 años y que lleva 37 -seis más de los que ella tiene-  en ésto de la política sea un ingenuo, políticamente hablando?;  ¿o nos está tomando por ingenuos a todos? Ella, o los que redacten los argumentarios en el PP.



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