Continúa terne el señor presidente del gobierno en la tesis de que los
males del PP vienen de no saber explicarse bien, y por ello parece que
anda ocupado en sustituir en las tareas de comunicación del gobierno a la
vicepresidenta absoluta. Seguramente en su entorno no hay
nadie que se atreva a decirle que no se puede explicar lo inexplicable -hasta un cuentacuentos lo tendría muy difícil -y
que si se intentara seguramente los resultados serían contraproducentes. O
que si realmente fuera cuestión de padagogía, no se trataría tanto de
lo que el gobierno o el PP explicara a la ciudadanía sino de lo que la
ciudadanía pudiera explicar al gobierno o al PP; es decir, no tanto de hablar como de escuchar. Lo demás es sólo una variante suave de la razón de
la fuerza, no de la fuerza de la razón.
Por otra parte, según la nivola de Unamuno Amor y pedagogía, ésta última está bastante sobrevalorada; aunque también es cierto que pedir amor -o una mínima sensibilidad social, al menos- del gobierno deber ser como pedir peras al olmo.
Por otra parte, según la nivola de Unamuno Amor y pedagogía, ésta última está bastante sobrevalorada; aunque también es cierto que pedir amor -o una mínima sensibilidad social, al menos- del gobierno deber ser como pedir peras al olmo.
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