Que
los tiempos están cambiando no sólo es una canción de Bob Dylan, aunque
en ella -proféticamente- ya se decía: Vamos, senadores y
congresistas, por favor presten atención a la llamada. No se queden en
la puerta, no bloqueen la entrada.
Uno
de los muchos síntomas de cambio en éste país es que finalmente está colapsando el Régimen del
78 y el consustancial bipartidismo que generó -replicando un siglo después el de la
Restauración-, y como muestra evidente están la aparición -y consolidación- de nuevos partidos y sus resultados en las pasadas
elecciones autonómicas y municipales.
Esto ha tenido como consecuencia que PP y PSOE se comporten últimamente como un matrimonio consumido que finalmente se rompe. Así, Rajoy no cesa de reprochar a Pedro Sánchez que pacte con otras fuerzas políticas radicales y extremistas, con lo bien -se deduce- que estaban los dos conviviendo en la centralidad, mientras que el PSOE parece haber asumido el papel del cónyuge que quiere reconstruir su vida, aunque eso seguramente dependerá de los muertos que conserve en el armario de su vida matrimonial.
Esto ha tenido como consecuencia que PP y PSOE se comporten últimamente como un matrimonio consumido que finalmente se rompe. Así, Rajoy no cesa de reprochar a Pedro Sánchez que pacte con otras fuerzas políticas radicales y extremistas, con lo bien -se deduce- que estaban los dos conviviendo en la centralidad, mientras que el PSOE parece haber asumido el papel del cónyuge que quiere reconstruir su vida, aunque eso seguramente dependerá de los muertos que conserve en el armario de su vida matrimonial.
De lo que el presidente del gobierno parece no darse cuenta es de que ambos -PP y PSOE- han sido activos colaboradores en la destrucción de ese centro que ahora añoran y que ocuparlo será como ocupar un territorio arrasado.
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