miércoles, 6 de octubre de 2021

Creemos

No es nada nuevo, data de Junio de este año, pero hay veces que es mejor no comentar lo inmediato, siempre se corre el peligro de ir a rebufo de lo que otros comentan y no tener una opinión realmente propia sobre lo comentado; además, parece que ya ha finalizado la Convención del PP,  itinerante, a modo de cónclave distribuído geográficamente. Así pues, creo que ya me puedo permitir estas reflexiones sobre el lema y la campaña publicitaria basada en el Creemos por parte del PP.

En un repaso rápido -a la fuerza, y no apto para epilépticos- comenzamos con un Creer para crear, un PP ya en modo dios: es sabido que crear, crear, sólo Dios puede hacerlo, los humanos a lo sumo transformamos lo que la naturaleza nos ofrece. Pero puestos a creer -aunque sea sin crear- en el PP creen en las personas, en las soluciones, en la familias, en los jóvenes, en los mayores, en la conciliación, en el progreso, en las pensiones justas, en un mundo sostenible, en el empleo de calidad, en el esfuerzo, en la mejor educación, en el Estado de Derecho, en una Justicia independiente, en la concordia, en la Unidad de España, en Europa, otra vez en España, en oportunidades para todos y finalmente, en un futuro en libertad. Pero veamos, ¿qué es creer en las personas, en los jóvenes y en los mayores, en España, en Europa? ¿constatar que existen?;  ¿que es creer en el progreso, las pensiones justas, el empleo de calidad, el Estado de Derecho, la Justicia independiente, la mejor educación, oportunidades para todos? ¿desear que existan?; claro, ¿alguien  cree o desea lo contrario en uno y otro caso?; el asunto crítico y para lo que se supone que debe servir la política -no sólo para vivir de un cambio siempre pospuesto- es cómo lograr concretar esos deseos, qué dotación de recurso públicos se propone disponer para hacerlo y cuanta voluntad política existe para llevarlo a cabo. Quiero decir que, entretanto, el creemos no deja de ser como la creencia de los niños en los Reyes Magos: algo propio de la inocencia infantil, de la que los mayores -o los dirigentes políticos, en este caso- se aprovechan con cierto morbo. Por no hablar de la libertad.

Antes de la llegada de la posverdad, parece ser que alguien ya había dicho que la verdad es lo que se elige creer; es difícil no estar de acuerdo con ésto ya que, para empezar, resulta ser una afirmación autocontenida, es decir, podemos elegir creer que la frase no es cierta, lo que nos deja, claro, sin saber lo que es verdad pero con absoluta libertad para creer, que es lo que parece que los creativos publicitarios de la campaña de la convención del PP querían demostrar. Incluso que podemos crear creyendo; otra cosa el que lo creado sirva para algo: que nos sirva a nosotros, quiero decir; hay quien vive a cuerpo de rey vendiendo creencias. Y, también la verdad se inventa, que decía Machado.

En todo caso, ya se sabe, en muchas ocasiones, irracionalmente, las creencias son cuestión de fe: eso parece ser lo que el PP desea para sus votantes y militantes: la fe del carbonero, a salvo de cualquier memoria y racionalidad de la creencia.

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