Analicemos ese ejercicio -meritorio, ya digo- de equilibrismo: sería es la conjugación condicional para el verbo ser; ¿no sería algo más clarificador e indudable conjugar el presente: es; es conveniente?. ¿Ni en eso puede ser Pedro Sánchez algo más tajante?; y ¿conveniente?: no; no sólo es conveniente, sería necesario si, efectivamente, la opinión del rey emérito bastara para dilucidar el asunto; pero lo realmente necesario es que, independientemente de lo que dijese, de esa posible opinión, se desvelara definitivamente la realidad de los hechos que constituyen la base de esas informaciones perturbadoras. ¿O está queriendo decir el presidente del gobierno que si el rey emérito nos transmite su opinión respecto de esos hechos e informaciones de las que usted me habla -que, por cierto, se han originado y comunicado en y desde el extranjero- deberíamos dejar de estar perturbados por ellas y olvidar el asunto?
No estamos haciendo ningún ejercicio de favoritismo, ha insistido también el presidente, que ha finalizado sus declaraciones al respecto recordando el compromiso de regeneración del
actual jefe del Estado. O sea, de nuevo el borrón y cuenta nueva como justificación de la institución monárquica: hiciera lo que hiciese el rey anterior -lo cual continúa sin ser dilucidado, pero habiendo tanto interés por parte de las instituciones del Estado en que no se sepa, muy bueno no será-, siendo tan buenísimo el rey actual, el promedio resultaría ser finalmente un aprobado para la monarquía. Para todo hay un límite; para el diámetro de las ruedas de molino a ser tragadas por la ciudadanía, también.
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