Mariano
Rajoy ha asegurado que lo de Grecia no va a ocurrir en España, porque
éste es un país serio; que ya son ganas de maximizar una
inconveniencia. En primer lugar por ofender gratuitamente a todos los ciudadanos griegos y, en segundo lugar,
porque es una simpleza asegurar que la cualidad de serio -o cualquier otra; cada vez que tiendo a considerar a Alemania como un país de militaristas disciplinados, recuerdo a Bertolt Brecht- puede
aplicarse a un país: en general los hay con mayores o menores recursos
y, en consecuencia, con mayor o menor posibilidad de garantizar un ordenamiento justo y de proveer de servicios públicos a la sociedad mediante impuestos. Por otra parte, los hay más y menos corruptos, y en éste aspecto tampoco parece que España esté como para dar lecciones a nadie.
Quizá se refiera el señor Rajoy no exactamente a la seriedad sino a un temor generalizado e impuesto, tal y como ocurría en tiempos de la dictadura: por ejemplo, una manifestación tal como la que se ayer se celebró en Grecia con motivo del resultado del referéndum, en la plaza Sintagma y ante el Parlamento, aquí llevaría implícita la posibilidad de que cada manifestante tuviera que hacer frente a una multa de hasta 30.000 euros. Como para reíse.
Quizá se refiera el señor Rajoy no exactamente a la seriedad sino a un temor generalizado e impuesto, tal y como ocurría en tiempos de la dictadura: por ejemplo, una manifestación tal como la que se ayer se celebró en Grecia con motivo del resultado del referéndum, en la plaza Sintagma y ante el Parlamento, aquí llevaría implícita la posibilidad de que cada manifestante tuviera que hacer frente a una multa de hasta 30.000 euros. Como para reíse.
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