Grecia, Alemania, Europa

En la cámara baja del Parlamento alemán (Bundestag), Gregor Gysi, el portavoz del partido La Izquierda, replicó a Angela Merkel en el debate sobre el tercer rescate a Grecia: Está usted destruyendo la idea de Europa, y, en alusión directa a Schäuble, lo calificó de antidemocrático por desoír el referéndum griego negando la soberanía de Grecia y lo acusó de estar arruinando la reputación de Alemania. Recordó además: (los alemanes) hemos tardado 92 años (el 3 de octubre de 2010 se realizó el último pago) en pagar nuestras deudas, recibimos una quita del 50 por ciento (en realidad del 62,6% según el Acuerdo de Londres de 1953) y nos concedieron un aplazamiento de 37 años. ¿No es hora ya de que reflexionemos sobre ello en vez de seguir pretendiendo que siempre fuimos ejemplares?. Su grupo político votó no en conjunto.

Por su parte, Sigmar Gabriel, ministro de Economía y líder del SPD, socio del gobierno de coalición de Merkel, defendió el sí de forma culpable: No podemos ni debemos dejar en la estacada a las personas en Grecia. Europa no puede permitir niños hambrientos, pensionistas que piden en la calle y comedores sociales.

Incluso Schäuble, consciente de que su agresiva intransigencia puede pasarle factura políticamente -aunque presume de que ello no le preocupa- admitió que todos estamos de acuerdo en que hay que ayudar a Grecia, mantener a Europa unida y de que esta es una cuestión de humanidad. Pero debe de estar permitido preguntarse cómo es posible lograr algo así.

Tras cuatro horas de debate, el Bundestag aprobó el inicio de las negociaciones para el tercer rescate para Grecia, pero de 598 diputados, 119 votaron en contra y 40 se abstuvieron.

Se incrementa la preocupación en el ciudadano medio alemán sobre cómo es percibida Alemania desde el exterior en su papel de potencia europea y la forma en que ejerce ese poder.

Parece que los alemanes comienzan a ser plenamente conscientes de lo que implican sus políticas respecto a Europa, en general, y a Grecia, en particular.