En el excelente y recomendable análisis de José Antonio Zarzalejos, Mañana será tarde,
sobre la realidad política de la España actual -recomendable, sobre
todo, para aquellos que no coincidan con la ideología conservadora del
autor- hay, a mi modo de ver, un capítulo especialmente interesante
titulado Cataluña, la grieta española.
En él se explica la fundamental labor del padre de la patria
catalana, Jordi Pujol, en cuanto que paciente estadista formador de opinión
de tal modo que, tras cuarenta años de hegemonía nacionalista, se ha
instalado en el imaginario colectivo catalán la idea-fuerza de la
inevitabilidad de un estado catalán como única forma de supervivencia de
Cataluña. Y no sólo eso. De forma paralela y coadyudando a la
implantación de esa idea, fué capaz de inducir en los socialistas
catalanes una marcada impronta nacionalista -algo impensable en
cualquier partido con denominación socialista, no ya en el resto del
mundo, sino incluso en el País Vasco- y, además, que en las siempres
conflictivas relaciones entre España y Cataluña se asumiera que lo que
fallaba era básicamente el proyecto del estado español. Y de éstas dos
últimas estrategias ahora se ven los resultados: el PSC acabará roto y
en una irrelevancia política en desacuerdo con su importante base social
y, en segundo lugar, se ha llegado a un punto en que no cabe más
solución que una reforma en profundidad de la Constitución y del modelo
de Estado para España. Con independencia de la corrupción que afecta a
Jordi Pujol -y a todo el entramado político-institucional que él creó-
ahí están los resultados de cuarenta años de política con una sóla meta:
Cataluña.
Desafortunadamente, durante todos esos años, ni PSOE ni PP han sabido estar a la altura de las circunstancias -siempre trapicheando y menudeando con CiU para conseguir el apoyo que les asegurara el gobierno central- y es previsible que eso no cambie si el bipartidismo continúa vigente.
Otra tarea a añadir a la larga lista de lo que se debe cambiar para que éste país (o países) pueda(n) funcionar. Que está por ver si cambiar concretamente ésto será posible, pero que cada vez es más improbable.
Desafortunadamente, durante todos esos años, ni PSOE ni PP han sabido estar a la altura de las circunstancias -siempre trapicheando y menudeando con CiU para conseguir el apoyo que les asegurara el gobierno central- y es previsible que eso no cambie si el bipartidismo continúa vigente.
Otra tarea a añadir a la larga lista de lo que se debe cambiar para que éste país (o países) pueda(n) funcionar. Que está por ver si cambiar concretamente ésto será posible, pero que cada vez es más improbable.
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