Doctor Strangelove, o: cómo aprendí a dejar de preocuparme y a amar la bomba es la obra de Stanley Kubrick que en España se tituló ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú.
En esa lúcida y mordaz sátira de la guerra fría, el Doctor Strangelove, ex científico nazi y asesor del presidente de los Estados Unidos, explica al gabinete de crisis congregado en la sala de control del Pentágono cómo la bomba es necesaria en el concepto de destrucción mutua asegurada, ya que opera como disuasor a un intercambio nuclear real, más aún, la bomba está diseñada para no poder desconectarse, pues esto disminuiría su valor como disuasor.
De forma similar, Wolfgang Schäuble (que tuvo que dimitir de sus cargos en la CDU por corrupción y que más tarde, como ministro de Interior, manifestó la conveniencia de la ejecución selectiva de terroristas, además de internar de forma
preventiva o prohibir el uso de teléfonos móviles y de Internet a
sospechosos de terrorismo), finalmente ha dejado caer la bomba político-económica contra Grecia -y contra Europa- como resultado de la aplicación de las tesis finales del absolutismo capitalista.
El Doctor Strangelove, ante los inevitables efectos del comienzo de una guerra nuclear, recomienda al presidente que un grupo de
humanos se oculte en pozos de minas de más de 1.000m. para poder repoblar la Tierra después de una guerra de 100 años. No sé que tendrá pensado aconsejar el señor Schäuble para después del cataclismo europeo que él está ayudado a desencadenar.
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