En música se denomina Perpetuum mobile a piezas que -como en el paradigma físico- no tienen fin, es decir, que enlazan su fin y su principio de tal manera que la pieza puede ser repetida infinitamente.
Algo parecido ocurre con los casos corrupción en el PP; pero en éste caso no creo que debamos acostumbrarnos a oír la misma melodía diariamente, fundiendo taulas con púnicas en un continuo que, evidentemente, arrincona la teoría de los casos aislados o manzanas podridas -tan cara a la dirección del PP- y que evidencia una corrupción sistémica (está podrido hasta el cesto), la constatación de que estamos conociendo las distintas manifestaciones de una trama delictiva organizada, que es lo que ya han deducido los organismos policiales del estado encargados de su investigación; hasta el momento se han contabilizado cinco cajas B en el PP, por lo parece deducirse, también, que el PP constituye desde éste punto de vista, una auténtica organización criminal, incurriendo en varios de los supuestos establecidos en el Artículo 10 de la ley de partidos (Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos), lo que permitiría proceder a su disolución o suspensión judicial. Y según se establece en el artículo 11 de esa ley: El Congreso de los Diputados o el Senado podrán
instar al Gobierno que solicite la ilegalización de un partido
político, quedando obligado el Gobierno a formalizar
la correspondiente solicitud de ilegalización, previa deliberación
del Consejo de Ministros. Que tendría su aquél -no sé si de justicia poética- que el actual gobierno se despidiera solicitando la ilegalización del PP.
Pero la melodía ya resulta cansina. Y desmoraliza a todo el país.
Pero la melodía ya resulta cansina. Y desmoraliza a todo el país.
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