martes, 5 de enero de 2016

Braulios

Dicen que era tan grande era la elocuencia de san Braulio -discípulo y amigo de San Isidoro de Sevilla- y su poder de persuasión, que algunos de sus oyentes aseguraban haber visto al Espíritu Santo en forma de paloma, descansar en su hombro y comunicarle al oído la doctrina que él predicaba a la gente; que sus ropas eran ásperas y sencillas, su comida simple y su vida austera y que siendo un elocuente predicador y agudo conversador, convencía por la fuerza de sus argumentos y su absoluta sinceridad, que su generosidad para con los pobres era proverbial. 
Claro está que sólo la advocación no garantiza resultados similares y para muestra de ello, el arzobispo de Toledo y Primado de España, Braulio Rodríguez, que ha aprovechado una misa para afirmar que la mayor parte de los casos de mujeres asesinadas ocurre porque sus parejas o exparejas no las aceptan o las rechazan por no aceptar tal vez sus imposiciones; es decir que la culpa es de las víctimas por su falta de aceptación, ajena o propia. Y es que, lo que al señor arzobispo lo que de verdad le preocupa son las familias que por doquier se rompen debido, suponemos,  a ésta obcecación femenina, empeñada en exigir respeto. Resume: dejémonos de zarandajas que la ideología de género enturbia; él lo debe tener clarísimo gracias a la asexuada ideología de la iglesia católica.
Y por si alguien se cuestionara su posible falta de ecumenismo, también ha manifestado: no estoy pensando sólo en el matrimonio canónico; también en el civil. Es decir aceptación urbi et orbi para la mujer, sea o no católica. O que se atenga a las consecuencias. 
Este arzobispo presidió dentro de la Conferencia Episcopal Española la Subcomisión de Familia y Vida en el período 1996-99. Ni entonces ni ahora parece que éste Braulio tenga los hábitos de san Braulio ni que le inspire el Espiritu Santo, aunque sea actualmente la primera figura en la jerarquía de la iglesia católica en éste país.


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