No
hay nada que mejore tanto a una persona en éste país como morirse; bien
sea real o metafóricamente. Los que apenas hace unos días tachaban
a Juan Carlos Monedero de demagogo, irresponsable y evasor fiscal ahora
alaban su coherencia; imagino que no debido a una improbable bondad
sobrevenida ni por aquello de a enemigo que huye, puente de plata
sino, más bien, al deseo de ratificación del certificado de defunción,
política, en éste caso: matándole bien muerto, como en el anuncio del insecticida.
Es
sabido que todas las revoluciones devoran, en primer lugar, a sus
propios hijos, y aunque Podemos sea una revolución blanda, la lógica del proceso permanece. Entiendo perfectamente a
Monedero constatando de primera mano y no teóricamente los manejos y
apaños propios -y parece que inevitables- del funcionamiento de los
partidos. Le deseo lo mejor; afortunadamente ahora ya no se lleva la
guillotina y aún le queda vida fuera de la dirección de Podemos.
http://elpais.com/elpais/2015/05/01/opinion/1430501302_114389.html
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