Gerardo Díaz Ferrán, quien fué presidente de la organización patronal
madrileña y más tarde de CEOE -hoy descansando de éstas
responsabilidades en su actual residencia- nos informaba hace ahora casi exactamente seis
años: "Esperanza Aguirre es cojonuda", y tan convencido estaba de ello, que donó en varias ocasiones sustanciosas
cantidades a Fundescam, fundación que, a su vez, pagaba a Special Events
-una de las empresas de Francisco Correa en el entramado Gürtel- por la
organización de eventos en las campañas electorales de Esperanza
Aguirre. Y esto sin conocimiento de la propia Esperanza Aguirre, que hay
que ver lo confiada que ha sido en todo lo que se refiere a lo que
hacían y deshacían muchos de los cargos que ella nombró y la mala suerte
que ha tenido para elegir sus relaciones y amistades.
Hoy, la señora Aguirre, que aparenta conservar los atributos que deslumbraron al señor Díaz Ferrán, nos dice nada más comenzar la campaña electoral, que su proyecto político se resume en que "estará permitido todo aquello que no esté prohibido". Para empezar, y dado que la señora Aguirre debe estar convencida de que ha descubierto la pólvora del ultraliberalismo, alguien debería hacer que comprobara que no existe en el ordenamiento jurídico de éste país ninguna norma expresa ni implícita que respalde que dicha afirmación pueda hacerse realidad; por decirlo de una forma más precisa: no todo lo que no está prohibido está necesariamente permitido. En todo caso, y como supongo que ella sería la primera practicante de su proyecto, con lo despistada que es y la falta de costumbre que debe tener en distinguir lo uno de lo otro, para echarse a temblar.
Hoy, la señora Aguirre, que aparenta conservar los atributos que deslumbraron al señor Díaz Ferrán, nos dice nada más comenzar la campaña electoral, que su proyecto político se resume en que "estará permitido todo aquello que no esté prohibido". Para empezar, y dado que la señora Aguirre debe estar convencida de que ha descubierto la pólvora del ultraliberalismo, alguien debería hacer que comprobara que no existe en el ordenamiento jurídico de éste país ninguna norma expresa ni implícita que respalde que dicha afirmación pueda hacerse realidad; por decirlo de una forma más precisa: no todo lo que no está prohibido está necesariamente permitido. En todo caso, y como supongo que ella sería la primera practicante de su proyecto, con lo despistada que es y la falta de costumbre que debe tener en distinguir lo uno de lo otro, para echarse a temblar.
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