Todos los partidos ansían -y casi todos lo confiesan- ocupar el centro,
ese centro que lejos de ser un punto como en una recta, es una amalgama
indefinida y gris, un manchurrón grande e informe que constituye la centralidad política. Los partidos están muy atentos a lo que desea
ese amplio centro porque saben que con las reglas democráticas al uso,
obtener su voto es la única manera de llegar al poder; otra cosa es que
una vez obtenido el poder, se respeten las promesas a ese centro que
esperaba ver cómo se solucionaba lo suyo y comprueba que, por contra,
el gobierno salido de las urnas se dedica a hacer una política que
tampoco responde a sus intereses sino a los de una élite económica que
no pertenece a ninguna mayoría -más bien a una selecta minoría- que
sobrevuela todo el entramado socio-político manejándolo como con los
hilos de un teatro de marionetas. Mucho me temo que Podemos, al querer circular
también por ese centro tan concurrido, en el que es tan difícil moverse
-y mantener ideas dignas de ése nombre- resulte un damnificado más, al
que no reserven ni la marioneta de lobo asustador que tradicionalmente
desempeñaba IU: tampoco puede haber dos
lobos.
http://elpais.com/elpais/2015/05/09/opinion/1431187009_320365.html
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