domingo, 19 de abril de 2015

Rato

I.

O sea, que el mejor ministro de Economía de la historia -de España, al menos- en palabras de Mariano Rajoy, de Jose María Aznar o de Emilio Botín -los primeros por coincidencia y el último por interés además, seguramente- parece que blanqueó dinero mediante la amnistía fiscal -regularización, según la denomina el ministro Montoro- asunto sobre el que el intersado no desea manifestar nada al considerarlo un asunto personal. Y este personaje, implicado en éste y otros asuntos menores tales como las tarjetas negras de Bankia, rechazó la sucesión ofrecida por Aznar a la presidencia del PP y  hubiera tenido bastantes probabilidades de acabar siendo presidente del gobierno de España; alguien vendrá que bueno me hará, calcularía Aznar.
Es difícil no coincidir con la breve definición de política formulada por Maquiavelo: el arte de engañar. Y Maquiavelo, contra la fama a la que ha dado origen su apellido, no es maquiavélico en absoluto, sólo sujeta el espejo.


II.

Alfonso Capone fué finalmente condenado y encarcelado en los años treinta del siglo pasado, no por sus crímenes y su actividades mafiosas, sino por evadir impuestos al fisco.
Por idéntico motivo Rodrigo Rato está siendo invitado a colaborar con la justicia en éste país, al existir indicios delictivos relacionados con el blanqueo de dinero. No por su creación de un modelo de economía de casino desde el gobierno de la nación, promoviendo una burbuja inmobiliaria que finalmente estalló con las consecuencias conocidas por todos, no por su manifiesta incapacidad como responsable máximo del FMI, no por su fraudulenta gestión de Bankia, cuyo desastre financiero y estafas  nos ha tocado -y toca- sufragar a escote a todos los españoles. Parece que un mal empleo de los recursos públicos aquí sale gratis.
Comparativamente, mucho más consecuente y honesto Al Capone que Rodrigo Rato, no creo que al primero se le ocurriera nunca sermonear a nadie sobre la solidaria obligación de pagar los impuestos.

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