Carlos Floriano se preguntaba retóricamente -al amor de la lumbre,
semiincorporado en un sofá de los que te hundes y en compañía de la
cúpula dirigente del PP- si, a ellos mismos, no les habría faltado piel.
Pues sí, sin que sirva de precedente yo diría que sí, que estuvo más
cerca de las respuestas que el PP necesita, que los mantras y
estrategias de Pedro Arriola. Qué, si no fuera una falta de piel, podría
explicar esa sonrisa -que tanto cabrea- que lucen permanentemente los dirigentes del PP: es
como si a cada uno de ellos le hubiera quitado las arrugas de la cara un
mal cirujano plástico. Uno malísimo, que les ha dejado una sonrisa como la de Joker, el de Batman. La próxima vez, que les hagan
algún autoinjerto de piel; se suelen utilizar a esos efectos los glúteos, pero
yo no sé si en personas tan adictas al sillón va a ser posible.
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