La
balista fué un arma de asedio de origen grecorromano que utilizando la
tensión de cuerdas o tendones retorcidos lanzaba piedras y más tarde
dardos y jabalinas y que fué desterrada de los escenarios bélicos europeos, a comienzos del siglo XV, por el
cañón y la pólvora, como medios más eficaces para derruir
fortificaciones. Antes de esa época, y por una
evolución inhabitual -lo normal es que si algo funciona, el ser humano
se empeñe en hacerlo más grande- la balista inspiró la ballesta, que no
por casualidad tiene una denominación tan semejante, ya que los
principios de éste arma personal y los de la balista son parecidos. Los
proyectiles de una ballesta eran letales, ya que la potencia con
que los lanzaba les permitía atravesar incluso las armaduras de la
época; tanto fué así que la nobleza logró que la Iglesia apoyara su
deseo de prohibirlas bajo pena de excomunión: no podían permitir que
cualquier plebeyo armado con una ballesta equilibrara la balanza y
derribara de su corcel a todo un caballero acorazado bajo kilos de
chapa.
Una
ballesta es, en fin, lo que la presentadora televisiva Mariló Montero,
señalando en su tableta la imagen de una ballesta medieval nos ha dicho
que es como un arco muy moderno. Bueno, casi, la Edad Moderna comienza
en el siglo XV; moderno moderno, el arcabuz.
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