martes, 6 de marzo de 2012

Roces

Dicen que el roce hace el cariño; yo creo que el roce produce principalmente rozaduras y, a menudo, ampollas o algo peor. Por otra parte -y quizá a consecuencia de lo anterior- soy consciente de la necesidad de utilizar como lubricante en el trato con los demás las buenas formas, lo que antes se denominaba urbanidad, quizá porque en las ciudades, con tanta gente, sea más necesaria.
Pero cuando el señor Rajoy roza y aprieta y después anuncia más roces y apreturas, no creo que sea muy sensato ni prudente ni de sentido común apelar a la prudencia, sensatez y sentido común de la ciudadanía, sobre todo cuando ésta comprueba reiteradamente la asimetría real en el reparto de las cargas fiscales y tributarias en contraposición a su discurso oficial - y buenista- de que ésto debemos arreglarlo "entre todos los españoles".
Todo tiene un límite, señor Rajoy, y usted, con fama de practicante habitual de la ley del mínimo esfuerzo y de plácido lector de la prensa deportiva está llegando -pese a todo- a él de forma acelerada y en el plazo de sólo unos meses. Que algunos ya lo vamos teniendo en carne viva, mientras que otros se están forrando el riñón como nunca.

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