I
"La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres", esta frase de Manuel Azaña parece que la tenía en reserva el señor Ruiz-Gallardón y como no la colocaba -para demostrar su liberalidad progresista- se la ha encajado a las mujeres que contra obstáculos "estructurales" -o sea, empresariales- deciden ser madres, pero, eso sí, en detrimento de la libertad de las que deciden abortar ya que, a estos efectos y según el señor ministro de Justicia “la maternidad es lo que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, o sea, que las mujeres que no son madres -por decisión propia o por otros motivos- no tienen el sello de autenticidad femenina ni, por lo que se deduce, derecho a la libertad de decidir sobre su posible maternidad.
En cuanto a frases de Manuel Azaña, veo apropiadas para el señor Ruiz-Gallardón éstas: "en España, la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro" y "si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar". La primera porque sería muy conveniente que el señor ministro de Justicia plasmara en un libro una recopilación de sus pensamientos "liberales" y la segunda porque -aún siendo ministro- no sabe de lo que está hablando e incluso él podría aprovechar el tiempo ahorrado para pensar sobre ello.
II
“La maternidad es lo que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, ha manifestado el señor ministro de Justicia con ocasión de su defensa de la reforma de la ley del aborto. En esta línea, imagino que, por equivalencia, la paternidad será lo que hace a los hombres auténticamente hombres. Si esto fuera así, deberíamos concluir que ningún miembro de la jerarquía de la iglesia católica es un auténtico hombre y puesto tampoco puede pertenecer a ella ninguna mujer -auténtica o falsa- resulta que la iglesia católica, por boca de su jerarquía, lleva siglos impartiendo doctrina y regulando para sus fieles las relaciones entre sexos en aspectos que les son personalmente -al menos en teoría- ajenos.
"La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres", esta frase de Manuel Azaña parece que la tenía en reserva el señor Ruiz-Gallardón y como no la colocaba -para demostrar su liberalidad progresista- se la ha encajado a las mujeres que contra obstáculos "estructurales" -o sea, empresariales- deciden ser madres, pero, eso sí, en detrimento de la libertad de las que deciden abortar ya que, a estos efectos y según el señor ministro de Justicia “la maternidad es lo que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, o sea, que las mujeres que no son madres -por decisión propia o por otros motivos- no tienen el sello de autenticidad femenina ni, por lo que se deduce, derecho a la libertad de decidir sobre su posible maternidad.
En cuanto a frases de Manuel Azaña, veo apropiadas para el señor Ruiz-Gallardón éstas: "en España, la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro" y "si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar". La primera porque sería muy conveniente que el señor ministro de Justicia plasmara en un libro una recopilación de sus pensamientos "liberales" y la segunda porque -aún siendo ministro- no sabe de lo que está hablando e incluso él podría aprovechar el tiempo ahorrado para pensar sobre ello.
II
“La maternidad es lo que hace a las mujeres auténticamente mujeres”, ha manifestado el señor ministro de Justicia con ocasión de su defensa de la reforma de la ley del aborto. En esta línea, imagino que, por equivalencia, la paternidad será lo que hace a los hombres auténticamente hombres. Si esto fuera así, deberíamos concluir que ningún miembro de la jerarquía de la iglesia católica es un auténtico hombre y puesto tampoco puede pertenecer a ella ninguna mujer -auténtica o falsa- resulta que la iglesia católica, por boca de su jerarquía, lleva siglos impartiendo doctrina y regulando para sus fieles las relaciones entre sexos en aspectos que les son personalmente -al menos en teoría- ajenos.
Y deben ser estas reglas morales de la iglesia católica las que el señor ministro de Justicia quiere hacer extensivas a todos los españoles, ya sean católicos, creyentes en otras religiones, agnósticos o ateos, volviendo a los tiempos de la Santa Inquisición en este país, en los que pecado y delito eran sinónimos. O sea, volver al camino de fundir en uno Iglesia y Estado, como en las actuales teocracias islámicas.
III
III
La lista de características, deseos e ideales humanos y que no hacen felices al hombre es ciertamente larga; debe ser por ello que el señor Ruiz-Gallardón, con su aspecto de perpetuo pitagorín por el que casi se ve obligado a frecuentes demostraciones eruditas ha citado mal a Manuel Azaña; no era la Libertad, si no la República: "La República no hace a los hombres felices, los hace sencillamente hombres".
Hay que decir en su descargo que esta equivocación es frecuente y que la frase es de las que deben su éxito no a lo que afirma, si no a su ingeniosa construcción: obsérverse que si sustituímos República por conceptos incluso antitéticos tales como amor, odio, inteligencia o estulticia, la frase continúa siendo resultona.
El carácter de don Manuel hacía que fueran frecuentes en su cabeza y en su boca estos trallazos que supongo que intentaban fustigar la idiosincrasia acomodaticia y parda de los españoles de su tiempo. Lo sorprendente es que continúen siendo tan actuales casi cien años después, prueba de lo bien de que nos conocía y de lo poco que, en el fondo, hemos evolucionado. Por ejemplo, aquella frase que se refería a los españoles -creo que incluso a los que ejercen de ministro- cuando decía : "si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar". Espero haberla citado bien.
Hay que decir en su descargo que esta equivocación es frecuente y que la frase es de las que deben su éxito no a lo que afirma, si no a su ingeniosa construcción: obsérverse que si sustituímos República por conceptos incluso antitéticos tales como amor, odio, inteligencia o estulticia, la frase continúa siendo resultona.
El carácter de don Manuel hacía que fueran frecuentes en su cabeza y en su boca estos trallazos que supongo que intentaban fustigar la idiosincrasia acomodaticia y parda de los españoles de su tiempo. Lo sorprendente es que continúen siendo tan actuales casi cien años después, prueba de lo bien de que nos conocía y de lo poco que, en el fondo, hemos evolucionado. Por ejemplo, aquella frase que se refería a los españoles -creo que incluso a los que ejercen de ministro- cuando decía : "si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar". Espero haberla citado bien.
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