El pueblo soberano ha hablado en Andalucía y Asturias; para ser rigurosos, y a la vista de la abstención registrada, se han expresado poco más de la mitad de los ciudadanos de esas comunidades autónomas, que es una dato a tener presente por cuanto pudiera significar sobre el escaso peso que los posibles votantes dan a la opción política como solución a sus problemas. Pero ni en esas condiciones supuestamente ventajosas para la derecha -elevada abstención- ha sido capaz el PP de obtener la mayoría absoluta en Andalucía ni de desenredar su propio lío en Asturias.
Si Felipe González puso de moda aquello de la "dulce derrota" en el final de su etapa de gobierno, no hay duda de que lo del PP en Andalucía -y a la vista de la sonrisa más que forzada de Javier Arenas y los dirigentes del PP que lo arropaban en su comparecencia post-electoral- podría ser calificado como de amarga victoria, más que histórica. El mismo Javier Arenas tuvo la capacidad de resumirlo y quizá ejercer de profeta diciendo: "hasta aquí hemos llegado". Efectivamente, parece que hasta aquí hemos llegado. Todos.
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