Así pues, el señor Valls, cuyo lanzamiento en paracaídas está previsto próximamente en plena Rambla de Barcelona -sin que, al perecer, se sepa aún a que ejército pertenece o si es un espontáneo (4ª acepción RAE); estoy esperando que alguien me ilumine al respecto- va actualizando su currículo a sus posibles electores asegurando: no voy a presentar másters. Cuando no tienes, mejor no presentarlos. Mi
máster es el de la vida. Es el máster de la vida y de la experiencia; que tampoco me parece una gran revelación que alguien asegure que si no tienes un máster lo mejor es no presentarlo -sobre todo viendo como está últimamente el patio español al respecto- y lo segundo me suena a viejo tópico, algo muy usado por aquellos triunfadores que carecían de estudios universitarios (cuando no sólo los masters sino los estudios universitarios eran más respetados y estaban más cotizados).
Por el camino, ha continuado dando datos (ignoro su precisión y veracidad) sobre sí mismo -se diría que aunque nacido en Barcelona hace 56 años, allí no le conocen mucho- afirmando que su madre y su hermana tienen pensiones de 500 ó 600 euros mensuales (para que se hagan una idea aproximada de lo socialmente sensibilizado que él puede llegar a estar) y continuar asegurando que va a seguir residiendo en París, sí, pero en la calle de ese nombre en Barcelona (seguro que le ha costado prepararse el chiste) para finalizar con una ¿reflexión?: es extraño que gente progresista, que dice quiere acoger a todo el
mundo, no se felicite de que alguien que ha nacido aquí, que ha sido ministro, no pueda como barcelonés ser candidato aquí. Desde luego es extraño, sobre todo si se ha sido ministro xenófobo (que ese máster parece que sí lo tiene). Aunque también puede que sea prevención y seny barcelonés el desconfiar de alguien que tras 37 años de militancia socialista abandonó su partido para incorporarse al invento social-liberal de Macron La Republica en Marcha, al no prosperar su candidatura a la presidencia de Francia por el Partido Socialista y tras dos años como primer ministro de ese país (período durante el cual llevó a cabo las acostumbradas políticas neoliberales que suelen llevar a cabo los socialistas cuando ocupan el gobierno; truco que parece querer reeditar desde el Ayuntamiento de Barcelona).
En resumen, y volviendo al principio: ese máster del que presume el señor Valls acabamos teniéndolo todos mientras dura nuestro breve tránsito por esta vida; aunque también es cierto que a unos les aprovecha más que a otros. Él no parece ser de los que más hayan aprendido; o sea, que tiene posibilidades de llegar.