Hace mucho que -visto el temperamento de Marta Ferrusola i Lladós- sospechábamos que era ella la que organizaba a su familia como una congregación (en el diccionario, antes que hermandad autorizada de devotos se define congregación como junta para tratar de uno o más negocios) delictiva, en éste caso. Pero es que, mediante el documento elaborado por la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Comisaría General de Policía Judicial, la misma que en su día Jordi Pujol i Soley dijo desconocer; ¿qué coño es ésto de la UDEF?, es de suponer que ahora ya esté enterado), hemos podido conocer de su propio puño y letra, que la matriarca del clan Pujol, asumía gustosa el papel de madre superiora de la Congregación (en algunas de sus biografías figura como alias reconocido) y organizaba igualmente gustosa el reparto de curatos y canonjías -fundamentalmente para miembros de su familia/congregación- entre ellas, la de capellán para su hijo, Jordi Pujol Ferrusola, al que, en un encomiable impulso evangelizador, surtía la biblioteca de misales (biblioteca=cuenta bancaria; misal=millón de pesetas, para los no iniciados en el pío código pujol-ferrusolano).
Sí, todo muy cutre, muy chusco; de mucha risa, si no fuera porque los misales los costeábamos entre todos. Y luego fueron biblias (también millones, pero de euros).
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