Una vez metida la pata, muchas veces lo mejor es sacarla discretamente y no intentar posteriormente explicar o justificar los porqués, o aducir las excelentes intenciones con que se hizo lo que se hizo. El señor Durán i Lleida, arrepentido de haber utilizado la palabra "pobres" y algo menos de haberlo hecho con "funcionarios", nos intenta centrar el debate, que, según él "es el de saber si queremos que los Parlamentos estén integrados también por personas muy válidas que trabajan en el mundo privado o como profesionales liberales y que, por no estar bien pagada la vida política, rechazan tal opción". En una carta en la Sección de Cartas al Director de El País, ya alguien señaló que la "validez" de los políticos que ostentan cargos de responsabilidad es determinada por los propios partidos políticos, y en raras ocasiones por procedimientos públicos y democráticos, como determina nuestra Constitución. Si lo que el señor Durán quiere transmitir con la palabra "válido" es que esa misma persona se estaría "forrando" ejerciendo su profesión liberal, pues a ello, que no lo deje, es su decisión personal. Si vocacionalmente -además de válidamente- el señor Durán quiere seguir en la política, pues también es su decisión personal. ¿O nos está tratando de decir que los sueldos de diputados y senadores deberían igualarse a lo que percibirían en el ejercicio de su profesión?. Que no sé si esto último tendría mucho respaldo, no ya ciudadano, si no de la mayoría de los propios parlamentarios: bastantes de ellos no han hecho otra cosa en su vida. Y sin demostrar su "validez" superando unas pruebas, como ha tenido que hacer cualquier funcionario.
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