viernes, 27 de noviembre de 2009

Tramposos como setas

Es sobradamente conocido que no existe abrasivo más intenso de los valores morales y éticos que el interés, y más concretamente, que el dinero. Cuando a través de internet las empresas dedicadas a las apuestas deportivas admiten no sólo el resultado de los partidos como objeto de la apuesta, si no también todo tipo de variantes como puedan ser -en el fútbol, por ejemplo- que el equipo ganador meta un gol en el último minuto, que sea de penalti, que el equipo ganador lo sea por un número determinado de goles, es decir, sobre situaciones o eventos concretos dentro de los partidos y conociendo la cuantía de tales apuestas, se debería ser especialmente cuidadoso en el control de quien ejerza funciones de árbitro, sean de fútbol o de cualquier otro deporte de seguimiento masivo y objeto de apuestas. Que ahora la UEFA -por continuar en el fútbol- abra una investigación y proponga denuncias concretas por fraude masivo -más de cuarenta partidos, varios clubes y tres árbitros- indica que este organismo ha pecado de falta de previsión e ingenuidad. Que el fútbol mueve mucho dinero no es ningún secreto, abriendo apetitos de codiciosos y tramposos. Y lo mismo es de aplicación a los recurrentes fraudes por dopaje en ciclismo, atletismo y otros deportes. La corrupción es el hongo inevitable en la humedad y calorcito del dinero.

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