sábado, 7 de noviembre de 2009

Mangonear


Como no podía ser de otra manera, al tratar de analizar un asunto tan vidrioso y bajo sospecha como es la honradez de los políticos, Joaquín Leguina, en su artículo en El País, Mangoneo y corrupción, se pasea por el borde del abismo. Después de afirmar tajantemente que la mayoría de los políticos viven únicamente de su sueldo -no sé si eso se consideraría mérito en alguna otra profesión-, para quitar hierro al asunto, da una definición de mangonear muy suave: entremeterse uno en cosas ajenas, pretendiendo mandar y disponer. Si eso fuera todo, quizá pudiéramos convivir con ello. Pero antes de llegar a la palabra corrupción -que para mí es más directa, ya que lleva aneja la sugerencia de un tufillo apestoso- la palabra mangoneo tiene, según la Real Academia Española de la Lengua, otra acepción: Aprovechar una situación privilegiada para hacer pingües negocios. Que es el tipo de mangoneo remunerado -en las propias palabras del señor Leguina- a que la clase política nos está acostumbrando mediante el continuo y extensivo goteo de casos de latrocinio. Que en esta partitocracia que nos gobierna, los partidos adoptaran las excelentes medidas de control que el señor Leguina propone, coicincido con él en que va a ser, efectivamente, mucho pedir. Por mucho optimismo voluntarioso que se pusiera en ello.

 http://elpais.com/diario/2009/11/05/opinion/1257375604_850215.html

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