lunes, 16 de diciembre de 2019

Alipori

Alipori no es palabra de uso frecuente, actualmente se prefiere utilizar vengüenza ajena, pero ambas expresiones se refieren a lo mismo, a ese sentimiento que requiere básicamente de empatía y que podría constituir la prueba empírica definitiva para la confirmación de la existencia de las neuronas-espejo (neuronas cubelli), tales neuronas se supone que se encuentran en las partes más primitivas e internas del cerebro humano.
Se da frecuentemente el caso de que la vergüenza ajena no vaya acompañada de la vergüenza propia del que la genera en los demás y ello es así porque, si éste también la sintiera, seguramente pondría los medios para dejar de provocarla y la vergüenza ajena se extinguiría por falta de alimento; pero está visto que es un sentimiento universal -dado su primitivismo- y que aquellos se suelen provocarla también pueden experimentarla aunque, ya digo, raramente de forma coincidente. Así, resulta que uno de los líderes políticos recientes que más situaciones de verguenza ajena me ha producido -junto con Mariano Rajoy y Albert Rivera- como es Pablo Casado, también puede sentirla, y así lo ha declarado, para que sea de público conocimiento: Me da un poco de vergüenza ajena quien gobierna en España; (aunque sólo un poco; hay que mejorar esa empatía). Parece ser que recuerda -y ahora le aliporiza- que Pedro Sánchez declarara que no dormiría bien con ministros de Unidas Podemos en el gobierno y, sin embargo, ha pactado con ellos en vez de pactar con el PP y Ciudadanos, como Dios -y el Ibex35- manda;  se supone que le produce vergüenza ajena (?) el previsible insomnio de Pedro Sánchez, cuando la alternativa que proclama como una posesa Inés Arrimadas allí donde puede -un pacto constitucionalista, según ella, eso es lo que han votado los españoles- permitiría que los tres, PP, PSOE y Ciudadanos, durmieran a pierna suelta (otra cosa sería el sueño de la mayoría de los españoles) los tres juntos en una cama ancha (o redonda). Y con VOX al pie de la cama, vigilando.
Que, sin estar encantado con el actual presidente del gobierno, no quiero imaginar la cantidad de vengüenza ajena que a mí me podían producir las actuaciones de un  Pablo Casado en su lugar.

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