miércoles, 25 de diciembre de 2019

Progresismo, la alternativa racional

No es un imperativo ético ni algo producto de un buenismo de circunstancias sino, creo, la aplicación de una estricta racionalidad concatenada con el egoísmo como especie; me explicaré.
El progresismo se ha asociado históricamente a una postura política de izquierdas como opuesto al conservadurismo tradicionalmente de derechas; el progresismo lucha por la creación de un marco seguro -el Estado del bienestar- que garantice los derechos y libertades de cualquier ser humano así como la redistribución de la riqueza generada por la sociedad como forma práctica de hacer realidad esas garantías; es por ello que en el aspecto socio-económico se centra en garantizar que realmente sean las capacidades del individuo y no las condiciones al nacer las que determinen el límite de sus aspiraciones. Por lo tanto, el progresismo propone que sea el Estado el encargado de generar las condiciones para que las desigualdades sociales sean únicamente consecuencia del esfuerzo individual de cada persona en igualdad de oportunidades para el desarrollo de sus capacidades.
Porque lo contrario, el conservadurismo -el integral, el que no sólo pretende la inmovilidad socio-histórica sino también el mantenimiento de los privilegios de una minoría- es fundamentalmente contrario a nuestro progeso como especie al reservar las oportunidades de desarrollo -científico, artístico, etc.- a una minoría que no es la más indicada para ello, ya que, además de ser minoría -y, por tanto, las probabilidades de que algún perteneciente a ella disponga de capacidades personales por encima de la media disminuyen globalmente- todo su interés suele centrarse, exclusivamente, en mantener a su servicio a una mayoría de trabajadores cuanto más ignorantes mejor para sus intereses que son, precisamente, el enriquecimiento ilimitado como forma de alcanzar el poder de someter a esa mayoría; el capitalismo derivado de ese conservadurismo es un tóxico que impide -doblemente- el normal desarrollo de las potencialidades sociales y, en definitiva, el avance de la humanidad.
En resumen, el conservadurismo -y su aliado natural, el capitalismo- impiden avanzar a la especie humana al restringir la utilización y aprovechamiento de  los recursos intelectuales de la mayoría de los seres humanos; ciertamente es lo más justo permitir a cada uno el desarrollo de sus capacidades individuales pero, sobre todo, es lo necesario,  lo más eficiente y racional (lástima que el término progresismo  utilizado a menudo por muchos que, en realidad, entorpecen su aplicación práctica, al estar al servicio -generalmente de forma oculta- del conservadurismo más reaccionario y del capitalismo más depredador de los limitados recursos de la Tierra).

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