Tarde venís, pero venís, parece que le espetó Hitler al diputado
socialdemócrata Wells en el Reichstag, poco antes de proceder a su
disolución agitando el espantajo del peligro comunista al que achacaron
el incendio del propio Reichstag. Hasta un dicatador en ciernes
comprendía que jugando con las reglas de la democracia, eso era lo más
que le podía decir a un diputado electo en el parlamento, por mucho que
le incomodaran sus palabras: tarde venís, pero venís -y habláis- no
puedo impedirlo.
El señor Rajoy, sin embargo, con una insoportable actitud de matón barriobajero le ha dicho al lider de la oposición que debería abtenerse de volver al Congreso de los Diputados, como si ese centro depositario de la soberanía nacional fuera suyo en propiedad. Hay actitudes -con independencia de las aptitudes, que han sido bastante pocas, en éste caso- que denotan toda la ideología que subyace en quien las manifiesta.
El señor Rajoy, sin embargo, con una insoportable actitud de matón barriobajero le ha dicho al lider de la oposición que debería abtenerse de volver al Congreso de los Diputados, como si ese centro depositario de la soberanía nacional fuera suyo en propiedad. Hay actitudes -con independencia de las aptitudes, que han sido bastante pocas, en éste caso- que denotan toda la ideología que subyace en quien las manifiesta.
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