El señor ministro de Hacienda ha tenido a bien informarnos
-indirectamente, ya que se dirigía principalmente a Monedero, uno de los
dirigentes de Podemos- de que en este país no le va a pasar nada a
nadie que esté cumpliendo con la ley y cumpliendo con el pago de sus
impuestos; menos mal, me digo, sólo faltaría. Pero, de inmediato, mi
mente se ocupa de los que no cumplen con el pago de sus impuestos;
¿que ocurre con ellos?, pues, en general, que finalmente se acogen a
alguna amnistía fiscal -conocida actualmente con algún sobrenombre
inverosímil; la capacidad eufemística de los políticos es inagotable- y
acaban pagando bastante menos, en términos absolutos y relativos que el resto, los que cumplimos -convencidos o no- con el pago de nuestros impuestos. Y, en particular,
si se es poseedor de una gran fortuna o una gran empresa, el asunto
acaba resultando lo más parecido al gratis total, como siempre había
sospechado. Y no es infrecuente que sean éstos últimos aquellos de quienes hemos
tenido que soportar letanías referentes a la solidaridad, la
responsablilidad y el patriotismo: no hay más que dar un vistazo a la lista Falciani para comprobarlo.
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