Así pues, el presidente del gobierno al fin se ha manifestado para informarnos de que el día 27 de Diciembre -si se descuida un día, podríamos haber creído que se trataba de una inocentada con efectos retroactivos- se enteró de que el déficit del Estado era mayor de lo que creía y que por lo tanto se ha visto obligado a subir el impuesto sobre el IRPF- para ser justo y equitativo- haciendo lo que hace sólo unos días decía que nunca haría, perpetrando el primer donde dije digo, digo Diego.
Y no es sólo el hecho de que el argumento para justificar tal subida de impuestos sea de una desfachatez impresionante -todo el PP en campaña aseguraba que el déficit era mayor que el admitido por el gobierno de entonces y su principal causa es la desviación presupuestaria de las CC.AA., la mayoría gobernadas por el PP- si no que el presidente del gobierno se sienta tan poco atado a sus convicciones de siempre y ahora que hay que gobernar aplicándolas, haga justo lo contrario que dijo que había que hacer en los pocos aspectos que definió que era lo que había que hacer. ¿Debemos suponer que todos los votantes del PP en las pasadas elecciones están de acuerdo con esta subida de impuestos? y ¿que pueden hacer en el caso de no estar de acuerdo?, ¿retirar su voto?.
Y no es sólo el hecho de que el argumento para justificar tal subida de impuestos sea de una desfachatez impresionante -todo el PP en campaña aseguraba que el déficit era mayor que el admitido por el gobierno de entonces y su principal causa es la desviación presupuestaria de las CC.AA., la mayoría gobernadas por el PP- si no que el presidente del gobierno se sienta tan poco atado a sus convicciones de siempre y ahora que hay que gobernar aplicándolas, haga justo lo contrario que dijo que había que hacer en los pocos aspectos que definió que era lo que había que hacer. ¿Debemos suponer que todos los votantes del PP en las pasadas elecciones están de acuerdo con esta subida de impuestos? y ¿que pueden hacer en el caso de no estar de acuerdo?, ¿retirar su voto?.
Mientras los programas electorales no alcancen la categoría de contrato social, con especificaciones y consecuencias claras y previstas de antemano en caso de incumplimiento, la democracia no dejará de ser un gigantesco guiñol. De graves consecuencias para muchos ciudadanos, pero pantomima al fin.
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