Lo más molesto -para mí, al menos- de la situación socio-económica actual, es que se nos presenten como inevitables las medidas que los gobiernos europeos imponen con una evidente injusticia e inequidad a sus sufridos ciudadanos, comenzando siempre por los más débiles; una inevitabilidad que parece venir dada por una Verdad revelada solo a los gobernantes por un dios misterioso y omnisciente, aunque todos sospechemos vehementemente que quien está ejerciendo ese papel de ente todopoderoso es el gran capital.
En este país, además, a la hora de recibir la notificación del recorte diario, tenemos que soportar del actual gobierno un tufillo pastoral -en ambos sentidos, religioso y ganadero- que supongo que pretende hacernos sentir a partes iguales feligreses y borregos, con la vicepresidenta ejerciendo de madre abadesa y el presidente ocupado en recibir las tablas de la ley por fascículos. Pero eso sí, felices, tal y como nos prometió el mismo Mariano Rajoy en su campaña electoral; o sea, que quien no pueda sentirse feligrés penitente o borrego ignorante, siempre le quedará estar como manda la tradición de este país: jodido pero contento.
En este país, además, a la hora de recibir la notificación del recorte diario, tenemos que soportar del actual gobierno un tufillo pastoral -en ambos sentidos, religioso y ganadero- que supongo que pretende hacernos sentir a partes iguales feligreses y borregos, con la vicepresidenta ejerciendo de madre abadesa y el presidente ocupado en recibir las tablas de la ley por fascículos. Pero eso sí, felices, tal y como nos prometió el mismo Mariano Rajoy en su campaña electoral; o sea, que quien no pueda sentirse feligrés penitente o borrego ignorante, siempre le quedará estar como manda la tradición de este país: jodido pero contento.
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