jueves, 19 de enero de 2012

Despilfarro

Así pues, Ricardo Costa, en su época como secretario general del PP valenciano, utilizaba los servicios de El Bigotes tanto para que le proveyera de caviar -eso sí, destinado a sus padres- como para "meter alguna idea en la cabeza" del presidente de su partido en Valencia, el señor Camps. Alguna idea como, por ejemplo, que le nombrara consejero en el gobierno valenciano. Pero el presidente debía tener la cabeza tan llena de grandes obras que perpetuaran su memoria -como la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, que se concluyó con un coste de 1.282 millones de euros, cuadruplicando lo presupuestado, y eso sin incluir arreglos de goteras- que finalmente, las gestiones de El Bigotes no fructificaron. Y es que  Francisco Camps, además de ir vestido de Molt Honorable gratis, estaba consiguiendo -como el alcalde de Madrid en esa época, que alcanzó la bonita cifra de 7.000 millones de euros de deuda para el Ayuntamiento de Madrid- que la deuda de su Comunidad Autónoma creciera ilimitadamente logrando, por añadidura, perpetuar su memoria en las sucesivas generaciones de valencianos que tendrían la obligación de pagarla.
Hoy, el ministro de Hacienda ha propuesto crear una nueva figura penal, la de "despilfarro público", e incluso el presidente del PP en Extremadura ha llegado a proponer que esa nueva figura penal se aplique con carácter retroactivo. Están en el PP tan imbuídos del populismo practicado en su etapa de oposición que parecen no darse cuenta de que, en la mayoría de las ocasiones, están hablando de sí mismos cuando se refieren al despilfarro público.
Y en cuanto a la creación de nuevas figuras penales -los políticos de este país son propensos a creer que las leyes son la purga de Benito-, ¿no sería más sensato -y más barato, en ésta época de crisis- aplicar las ya existentes?

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