Partido bisagra: partido político que participa alternativamente en pactos o coaliciones con fuerzas políticas de signo opuesto.
Durante el casi medio siglo que llevamos instalados en esta supuesta democracia, hace tiempo que se intentó abisagrar a los dos grandes bloques del bipartidismo de forma que no se notara tanto que lo era y, a la vez, que permitiera girar con más facilidad la puerta que nos mostrara una u otra cara.
El primer intento, en 1983, fue el Partido Reformista Democrático (PRD), producto de la entonces denominada Operación Reformista u Operación Roca (por ser Miquel Roca Junyent el encargado de liderarla) que integró a otras fuerza políticas sedicentemente reformista ó liberales, además de recibir el apoyo de Convergencia y Unió (CiU): de hecho el PRD fue el resultado de un intento de expansión de CiU en el resto de España; los malos resultados electorales (no obtuvieron ni el 1% en la elecciones generales) hicieron que a los tres años, en 1986, el proyecto concluyera. Y para hacernos una idea de cuanto reformismo era capaz de albergar el PRD, un dato: como secretario general del partido fue elegido Florentino Pérez.
El bipartidismo continuaba su más o menos plácida singladura hasta que en 2.007 apareció Unión, Progreso y Democracia (UPyD) partido fundado por Rosa Díez (ex-PSOE) con el apoyo de Fernando Savater, Mario Vargas Llosa y Fernando Sánchez Dragó -entre otros- y también con presupuestos regeneradores y reformistas pero sobre todo antinacionalistas (anti ETA, más específicamente) aunque españolistas (nacionalistas buenos), centralistas y socioliberales (lo que sea que eso pueda significar). Esta vez el intento tuvo más recorrido y en las elecciones generales de 2.011 con el 4,7% de los votos y cinco diputados llegó a su cenit, pero en 2.015 con el 0,62% de los votos y sin obtener representación parlamentaria comenzó una larga agonía hasta su disolución en 2.020.
Antes, en 2.011, había explosionado el Movimiento 15-M como resultado de la crisis económica de 2.008 y en un intento de superación del guiñol bipartidista e implantación de una verdadera democracia. En 2.014 e inspirado en el 15-M nace Podemos, que en las elecciones generales celebradas el 20 de diciembre de 2015, obtuvo el 20,68 % de los votos y 69 diputados en el conjunto del Estado. El proyecto de Podemos era y es realmente regeneracionista, y por tanto no aspira a ser bisagra entre los dos grandes bloques del bipartidismo: este hecho sustancial hace que los poderes fácticos, además de procurar por todos los medios -legales e ilegales- acabar un Podemos que amenaza claramente la supervivencia del Régimen del 78, utilicen un nuevo partido bisagra como contrafigura de Podemos: Ciudadanos (el Podemos de derechas en definición de algunos de los grandes empresarios).
Ciudadanos se había creado en 2.005 en Cataluña con unos presupuestos muy cercanos a los de UPyD -de hecho concurrieron juntos en algunas ocasiones- y en las elecciones generales de 2.015 obtuvo el 14% de los votos y 40 diputados, siendo la cuarta fuerza política, tras el PP, el PSOE y Podemos. Podemos decir que su cenit llegó cuando firmaron un pacto de gobierno en 2.016 con el PSOE que, finalmente, no llegó a concretarse en la práctica; en 2.018 y tras dos convulsos años Podemos promueve una moción de censura (la segunda, tras la de 2.017) contra el prorrogado gobierno del PP y como resultado de la misma, Pedro Sánchez (PSOE) es encargado de la formación de gobierno. Como la aritmética parlamentaria hizo inevitable, finalmente, un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos en 2.020 (tras otro agitado año político, 2.019, en el que se celebraron dos elecciones generales) y dado que Ciudadanos había bajado de 40 diputados a 10 (con la consiguiente disminución de relevancia política); los poderes fácticos intentaron, de nuevo, el desgaste de Podemos mediante la operación Más Madrid ya en elecciones municipales de 2.019.
Como este último ataque a Unidas Podemos salió regular tirando a mal para sus promotores, llegamos en éste 2.023 a la Operación Sumar, una reedición del mismo, y que tampoco parece que vaya a obtener otro resultado que una definitiva disgregación de la izquierda con los mismos resultados que ocasionaron la pérdida de la alcaldía de Madrid en 2.019.
Resumiendo, los partidos bisagra se han convertido en España más que en mecanismos que permiten sujetar la puerta al abrirla, en cerrojos que procuran por todos los medios impedir que la puerta se abra y entren la luz y el aire limpio; deberíamos cambiar a partidos cerrojo.
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