Confiesa la ex-alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que se equivocó al fundar Más Madrid, pero, a renglón seguido, asegura igualmente que la reacción a esa decisión por parte de Unidas Podemos e Izquierda Unida fué muy beligerante y que Más Madrid acabó
recibiendo, sin venir a cuento, un castigo incomprensible; si ésto último fuera así como dice, no entiendo en qué reconoce haberse equivocado y si sí se equivocó -que parece que sí- soy yo el que no comprende a qué denomina castigo incomprensible, ni entiendo tampoco cual era la reacción que ella esperaba de Unidas Podemos e Izquierda Unida, cuando era clarísimo -no para ella, supongo- el error estratégico de bulto que se estaba cometiendo con la fundación de Más Madrid; en resumen y por abreviar: fraccionar -incomprensiblemente también, aunque es posible que prefiriera seguir en la ignorancia a que alguien me ilustrara con la verdad- a las fuerzas de izquierda de forma que su victoria fuera mucho más difícil o imposible, como acabó ocurriendo. Ese es el cuento -elemental- del que derivó su derrota en el Ayuntamiento de Madrid; el cuento que no vino, si no que ella trajo.
En cualquier caso, es lo que tiene hablar siempre y no seguir más a menudo el sabio consejo marxista (de Groucho): Es mejor estar callado(a) y parecer tonto(a), que hablar y despejar las dudas definitivamente.
Aunque, según Jacinto Benavente, cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa.
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