Programa (RAE): Previa declaración de lo que se piensa hacer en alguna materia u ocasión. Siempre es conveniente acudir al diccionario para saber de lo que estamos hablando o queremos hablar. Pues bien, en las antípodas (izquierdistas, se supone) del programa, programa, programa de Julio Anguita se sitúa el personalísimo proyecto de Yolanda Díaz: Sumar; vale que si conociéramos las razones, apoyos y estresijos ocultos de tal proyecto quizá no resultara tan personal, pero al no ser público ese conocimiento, me limitaré a lo que cualquiera puede llegar a concluir tras los actos públicos organizados por Sumar; si nos detenemos en esos actos públicos (Actos de escucha, los denomina Sumar) podremos convenir en que quien realmente escucha (de nuevo el diccionario en nuestra ayuda: escuchar también significa hablar o recitar con pausas afectadas) la mayoría del tiempo es el público asistente, no Yolanda Díaz ni sus co-speechers, y ésto es así porque incluso las respuestas a las preguntas u observaciones que, de canto, introduce el público -una claque complaciente- son puras obviedades buenistas; supongo que hubiera quedado más honesto atenerse al tradicional guión del mitin (cuyo público es igualmente escuchante y aprobador, pero no pretende ser otra cosa), ya que las respuestas no son más que una prolongación artificial del propio discurso. En resumen, después de visionar unos cuantos Actos de escucha y entrevistas con Yolanda Díaz de protagonista, creo que tengo la clave del programa político de Sumar más allá del cóctel utilizado por su propaganda (escucha, diálogo, esperanza, ilusión, libertad, futuro, movimiento) que puede acabar sentando mal, como un vermú de hierbas desconocidas; y esa clave es, en resumen: Yolanda Díaz quiere ser presidenta del gobierno de España. Lo mismo que Lenin opinaba de la libertad (esa que forma parte de su cóctel propagandístico) han deducido en Sumar: programa ¿para qué?
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P.S. ...recomiendo consultar los enlaces marcados en el texto -por inesperadamente ilustrativos- sobre todo, el de escuchante y aprobador (inolvidable Rafael Sánchez Ferlosio) y los de ilusión y movimiento.
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