miércoles, 1 de junio de 2022

Ostracismo

La palabra ὄστρακον (óstrakon) significa cáscara, caparazón o concha -también de ostra, de donde proviene la palabra- y se empleaba, asimismo, para referirse a un trozo de terracota en forma cóncava donde se escribía el nombre de aquellos ciudadanos de la antigua Grecia condenados al destierro producto de una votación democrática; así es: ὀστρακισμός (ostrakismós) u ostracismo significa exactamente  destierro por mal gobierno (o conducta); a los atenienses no les temblaba el pulso al aplicar el ostracismo a figuras relevantes como es el caso de Temístocles (ver la imagen adjunta), como para demostrar que nadie estaba por encima del bien común. La ley que lo regía se atribuye a Clístenes en el año 510 a. de C. y venía a ser algo así como una Ley de Defensa de la República, cuya misión era, fundamentalmente, salvaguardar la democracia ateniense de la tiranía a la que los pueblos antiguos eran bastante propensos; quizá no más que los de hoy, aunque es cierto que las tiranías hace tiempo que cambiaron de estrategia, comenzando por renegar de ese nombre y, ocasionalmente, disfrazarse de demócratas.

La democracia ateniense y sus radicales métodos de autodefensa datan, pues, de hace 25 siglos y tal parece que hoy se necesitaría de otros 25 para que podamos volver a los orígenes y cerrar el círculo acercándonos a la pureza del concepto. Es cierto que la democracia ateniense resultó ser una anomalía histórica (todos los ciudadanos gobernaban directamente, no eran gobernados) según podemos informarnos en una excelente entrevista a Andrés de Francisco, traductor de la obra del historiador danés Mogens H. Hansen La democracia ateniense en la época de Demóstenes y, precisamente por ello, está totalmente injustificado asignar esa palabra a cualquier -repito, a cualquier- sedicente democracia actual, comenzando por la primera que así se autotitula a nivel mundial. No digamos la de este país, al que alguien tuvo la humorada -algo oscura- de apellidar plena, cuando lo cierto es que -incluso comparativamente- habría que designar como imperfecta. Y, siendo honestos, muy imperfecta. Aunque sólo fuera por la larguísima lista de ostraquizables que se podría elaborar.

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