No aclara Sánchez-Cuenca el porqué o las causas de que eso se haya producido en tan breve tiempo -sólo un quinquenio- pero sí vaticina sus efectos: la izquierda más ceniza corre el peligro de acabar siendo percibida desde fuera como una secta apocalíptica, lo cual me sugiere, de inmediato, la primera pregunta ¿cuál es la izquierda menos ceniza?, o dicho de un modo más directo: ¿hay otra izquierda? (aunque ya comprendo que plantear estas preguntas me hace ingresar automáticamente, quiera o no, en el pelotón de los cenizos), salvo que el PSOE se considerara izquierda; en segundo lugar: acabar siendo percibida desde fuera es más un defecto del percibidor foráneo -es decir, la ciudadanía- que de la propia izquierda emisora. Y mientras esa ciudadanía permanezca fuera de lo que cree una secta -apocalíptica o no- y no perciba que debe defender su propia realidad, poco podrá hacerse.
Tampoco voy a aclarar -el hecho de que Sánchez-Cuenca no lo haya hecho, contando seguramente con más recursos que yo, me desanimó a intentarlo- las causas del proceso de expansión del virus cenizo de la izquierda, pero ¿no pudiera ser que las dificultades de un gobierno de coalición de Unidas Podemos con el PSOE hayan acabando pasando factura a la izquierda en cuanto a ser consciente de la realidad política subyacente en esta país?, es decir que Pitufo hubiera vuelto a gruñir al ser consciente de las dificultades de todo orden que ha debido enfrentar y las que se vislumbran en el horizonte, pasando del sí, se puede al sí, se puede intentar. Acompañado de un rezongue irreprimible, que seguramente parecerá un gruñido a cualquier oyente inadvertido.
Por si fuera útil, aquí va una posible clasificación -he comprobado que no es la única, va por regiones- de los cenizos y figuras concomitantes:
-Cenizo, persona con mala suerte (para sí)
-Gafe, persona que trae mala suerte (a los demás)
-Manzanillo, quien reúne las caracterísiticas de los dos anteriores.
Quizá con su utilización alternativa fuera posible matizar algunas de las características de la mala suerte de la izquierda actual en este país.
Por cierto, los de generaciones previas a la de Pablo Iglesias, entenderíamos mejor la figura de Pepito Grillo.
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