miércoles, 15 de junio de 2022

Distopías

Siempre me han interesado las distopías -ya fueran apocalípticas, post-apocalípticas o semi-apocalípticas- y es innevitable recordar la genial 1984 de George Orwell; la menos conocida ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! (Make Room! Make Room!) de Harry Harrison sirvió de base al guión de una de las películas semi-apocalípticas que más me impresionó en su día: Cuando el destino nos alcance (creativa traducción del título original: Soylent Green); por consideración a quien no la haya visto no destriparé su trama, sólo añadiré que se trata de una radical solución al problema de la alimentación en un mundo superpoblado, en la que el hieratismo actoral de Charlton Heston da más dramatismo a la acción (por cierto, la parte escalofriante y nuclear de la trama de la película es un añadido a la novela original, que presta sólo la escenografía y el contexto; parece ser debida al director Richard Fleischer. También como curiosidad, la acción se sitúa en un futuro 2022). Lo que me ha hecho recordar otra excelente película -claramente inspirada en 1984- no muy revisionada: Brasil (Brazil) de Terry Gillian.

Viene todo este prefacio literario/cinematográfico a cuento de las utopías y, sobre todo, las distopías, a la evolución/solución/implosión/explosión de la raza humana vistas de desde una imaginación racional. Pocos ejercicios artísticos me parecen tan cercanos y humanos -dicho sea en toda la extensión posible de esta palabra- como los que tratan este tema.

No sé, me ha parecido oportuno este apunte o digresión sobre la distopía ahora que tan cerca bordeamos el tema desde los puntos de vista climático, energético, alimentario, poblacional y nuclear. No falta nada en el cóctel; no será raro que acabemos de cualquier manera.

Otra recomendación cinemátografica apocalíptica: la también excelente La hora final, de Stanley Kramer; impresionante ver a los personajes viviendo rápido en espera de la inevitable nube radiactiva.

2 comentarios :

  1. Soylent Green y La hora final las vi de joven y no las he olvidado. Me gustan ese tipo de películas porque nos ponen ante el espejo. En fin, no soy de apocalipticísmos, pero algunos se están cumpliendo ahora mismo y no los queremos ver. Me parece que vamos muy mal encaminados...

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  2. Totalmente de acuerdo; no hay que ser apocalíptico (o integrado ;-) ) para constatar la realidad. Gracias por comentar, Charli.

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