martes, 7 de junio de 2022

Victoria pírrica

Cuando la predecesora de Boris Johnson en el cargo de primer(a)  ministro(a) del Reino Unido, Theresa May, se sometió a una moción de censura de su propio partido conservador (Tory) como consecuencia de las inmanejables turbulencias del Brexit y obtuvo un 63% de apoyo, éste afirmó que se trataba de  un muy mal resultado, mucho peor de lo que parece; ahora que él mismo ha pasado por idéntico trance y obtenido un apoyo menor -un 60%- opina que el resultado ha sido decisivo y convincente; así es, pero seguramente en un sentido contrario al que desearía. Y la demostración,  una vez más, la universalidad de la Ley del embudo. Porque, de hecho, ha obtenido menor apoyo que el de los tres anteriores líderes Tory (Margaret Tatcher,  John Major y Theresa May) en semejantes circunstancias, por las cuales pasaron todos ellos.

Pírrica es una denominación que, además de su significado adjetivando la victoria, tiene en nuestro idioma   -de forma concomitante- algo de ridículo, de frágil, de predestinado finalmente a la derrota, a una derrota con su propio nombre. Todos los mencionados líderes Tory dimitieron de su cargo al poco tiempo de ganar la moción de censura a que fueron sometidos.

Johnson, en su intento de huída hacia delante -o de distraer del significado de su pírrica victoria- ha manifestado que lo que se debe hacer es centrarnos en las cosas que creo que realmente le importan a la gente; lo cual siempre es una magnífica idea viniendo de cualquier mandatario -aunque lo suyo creo que también le importa a la gente- pero no sé si va a tener tiempo de ponerla en práctica.

En este país hubiera sido otra historia: para algo  les sirve a los británicos la práctica de una democracia de una calidad algo mejor que la nuestra. Aquí, lo más parecido ha sido el proceso mediante el cual Pablo Casado fué desalojado del liderazgo del PP; que cada uno establezca los paralelismos que crea oportunos.

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