domingo, 3 de septiembre de 2017

Rebotando

Es difícil que no sean conscientes -el gobierno, el PP- de que al hacer recaer todo  tipo de sospechas sobre la exclusiva responsabilidad de los Mossos en las actuaciones policiales posteriores al atentado terrorista de Barcelona, están reconociendo, casi explícitamente, que se trata de un asunto, de un territorio, en los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Ministerio del Interior, CNI, Policía Nacional y Guardia Civil) no tienen competencias, que les son totalmente ajenos, propiciando de éste modo el sentir de los catalanes -y el del resto de los españoles- de que Cataluña ya no es España. Pero nada más lejos de la realidad; si hubo deficiencias en la respuesta policial antes, durante o  tras el atentado, la responsabilidad es de todas las instituciones mencionadas, incluídos los Mossos, evidentemente, pero no únicamente.
Deja ello en evidencia la situación de descoordinación existente -desmentida en un primer momento tras los atentados por el ministro del Interior: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces- y propiciada con carácter previo por exclusivas motivaciones políticas y que han tenido las consecuencias de todos conocidas; es probable que con una mayor coordinación las consecuencias hubieran sido las mismas ya que los terroristas actuaron, a lo que sabemos, con un plan alternativo y de última hora, pero no es menos cierto que la mencionada falta de coordinación supuso restar probabilidades de éxito a la labor de prevención policial. 
Y si tanto en el gobierno como en el PP son conscientes de que reproches públicos -a posteriori- a la labor de los Mossos no tendrá más consecuencia que aumentar en el tiempo -y en el espacio: crece el independentismo catalán incluso fuera de Cataluña- el número de catalanes favorables a la independencia, ¿por qué lo hacen?, ¿es eso lo que se pretende?
Yo pensaba que el 11-M había sido una lección para todos, pero, evidentemente, el hombre -y el homo hispanicus, tiene una habilidad particular para ello- es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra. No importa que el tamaño sea el de una roca; aquí rebotamos y tomamos impulso para darnos de bruces contra ella de nuevo, a ver si logramos partirla; ya escribió Antonio Machado: En España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa.

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