martes, 11 de abril de 2017

Lágrimas de cocodrilo

Decididamente, morirse en éste país mejora muchísimo la imagen de cualquiera, sobre todo si se es figura pública; pero la desmesura de muchas de las manifestaciones de reconocimiento hacia Carmen Chacón tras su fallecimiento van camino de convertirse en records de la exageración, respondiendo a ésta costumbre nuestra de panegirizar sin rubor -ni medida- a los muertos recientes, que sin duda muchos de ellos habrán echado de menos en vida una mínima parte de tales reconocimientos públicos, cuando más útiles o convenientes les hubieran sido: quizá ello explique esa farisaica generosidad nuestra post mortem, tan extendida. Sin duda Carmen Chacón, tuvo una carrera política con aciertos y errores -dependiendo de quien opine, naturalmente- y es normal que en las actuales circunstancias se resalten los primeros, pero sin exageraciones que distorsionen la realidad; también sin duda, como cualquier persona -pública o no- tendría amistades personales de cuya sinceridad no es razonable dudar en sus manifestaciones de dolor y reconocimiento; pero la cantidad -casi todas provenientes de políticos- y, sobre todo, la calidad de muchas de tales manifestaciones las hacen claramente sospechosas de oportunismo.
Que Susana Díaz, que ahora se declara amiga del alma y de toda la vida de Carmen Chacón, quiebre -progresiva y técnicamente, como el crescendo de un mítin- su voz al completar el correspondiente elogio de la fallecida -era una mujer extraordinaria, noble, dulce, cariñosa y rebelde, muy trabajadora y honesta. Amiga y compañera, que estuvo a mi lado en los momentos difíciles y bonitos- tiene su explicación -siendo generosos, verdad y oportunismo al 50%- pero que Ana Mato y Dolors Monserrat (dos ministras de Sanidad con el PP) lloraran como auténticas Magdalenas en la sede del PSOE en la calle Ferraz...¿no serían lágrimas de cocodrilo?, esas que, al parecer, se producen cuando el cocodrilo come o va a comer; el cocodrilo tiene las glandulas salivares y las lagrimales muy cerca. Los políticos comen de su imagen, sobre todo en vida: cualquier circunstancia les debe resultar buena para intentar mejorarla.

No hay comentarios :

Publicar un comentario