Por éstas fechas se cumplen los 80 años de la llegada a un Madrid asediado de los primeros brigadistas internacionales que, en un ejemplo rotundo de solidaridad, vinieron desde sus países a luchar -y a morir- en España en defensa de la democracia. Coreaban el no pasarán mientras, a toda prisa -del desfile por la Gran Vía al frente, que estaba inmediato- corrían en auxilio de los milicianos que soportaban a duras penas el empuje del Ejército sublevado en la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. En 1938 la República decidió repatriarlos con la esperanza de que los sublevados hicieran los propio con las tropas que Alemania e Italia habían enviado. Aunque ni así muchos evitaron la amargura y la rabia de saber que por las mismas calles que ellos desfilaron lo hacían las tropas de Franco en 1939, mientras se escuchaba el chotis Ya hemos pasao, que cantaba Celia Gámez.
Por ésta fechas también, y después de un año, parece que ya tenemos gobierno, que Mariano Rajoy y el PP también han pasao sobre el NO es NO del PSOE que, finalmente, ha quedado diluído en una vergonzante negación de los principios democráticos y un descarado apoyo a un sistema político que defiende intereses minoritarios, ocultos y ajenos a los de la mayoría social del país. José Blanco, uno más de los numerosos muñidores del aparato del PSOE que ha puesto en escena el guiñol mediante el cual se ha conseguido que todo siga como Dios manda -y, al efecto, ya es presidente del Comité Federal de su partido- opina que en ocho meses el PSOE estará como nuevo y que tanto militantes como votantes lo habrán olvidado todo.
Aunque hay veces en que ni en ocho meses ni en ochenta años.
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